Episodio 74. Prueba de meditación

En cuanto el rey vio la influencia que el Rey Mono tenía sobre los vientos y lluvia, plasmó, sin dudarlo, el sello imperial sobre el permiso de viaje.

Pero, cuando se disponía a entregárselo al monje Tang, para que pudiera proseguir tranquilamente el viaje, los tres taoístas dieron un paso al frente y cayeron rostro en tierra. El rey se levantó a toda prisa del trono y corrió a levantarlos con sus propias manos, al tiempo que les preguntaba:

“¿Se puede saber por qué os mostráis hoy tan ceremoniosos?”

Respondieron ellos:

“Durante los últimos veinte años no hemos hecho otra cosa que velar por la paz de vuestro reino y la seguridad de todos vuestros súbditos. Tan altos servicios se han visto hoy minimizados por la burda magia de un monje sin escrúpulos. Sólo porque ha sido capaz de producir una tormenta, habéis olvidado los crímenes que cometió en vuestro propio reino. ¿Cómo podéis tratarle con tanta deferencia, echando en saco roto todos los sacrificios que por vos hemos hecho? Nos gustaría que retuvierais un poco más su permiso de viaje y nos permitierais medir, una vez más, sus poderes con los nuestros, a ver lo que pasa.”

Dejó, pues, a un lado el permiso de viaje y le preguntó el Rey:

“¿En qué pruebas estáis pensando?”

Contestó el Inmortal Fuerza de Tigre:

“Para empezar, en una de Meditación.”

Volviéndose a los Peregrinos, les dijo el Rey:

“¡En, monjes! Nuestro respetable preceptor sugiere la celebración de una prueba de meditación llamada de la «santidad junto a la columna de nubes». ¿Está dispuesto alguno de vosotros a medir con él sus fuerzas?”

Juntó las manos a la altura del pecho, el monje Tang respondió:

“Este humilde monje sabe cómo meditar de la forma que habéis mencionado.”

El rey ordenó al punto que se prepararan los altares. La presteza con que se cumplieron sus órdenes puso de manifiesto que la fuerza de un país es capaz de derribar montañas.

En menos de media hora estuvieron listos dos altares: uno a la izquierda del Salón de los Carillones de Oro, y el otro a su derecha.

Inmortal Fuerza de Tigre - Prueba de meditación - Viaje al Oeste
Inmortal Fuerza de Tigre – Prueba de meditación

Con paso solemne el Gran Inmortal Fuerza de Tigre se llegó hasta el centro del inmenso patio. Allí dio un o salto y al instante se formó bajo sus pies una alfombra de nubes, que le llevó hasta lo alto del altar construido en la parte oeste, donde tomó asiento.

Mientras eso sucedía, el Rey Mono se arrancó un pelo y lo hizo convertirse en una copia exacta de sí mismo, que ocupó el sitio anterior. Su auténtico yo se transformó en una nube de cinco colores, que elevó al monje Tang por los aires y le colocó suavemente en lo alto del altar del este.

Wukong ayuda al Monje Tang elevar por los aires - Concurso de meditación - Viaje al Oeste
Wukong ayuda al Monje Tang elevar por los aires – Concurso de meditación

Al ver que los dos contendientes parecían tener una capacidad de concentración muy parecida, Gran Inmortal Fuerza de Ciervo decidió ayudar a su correligionario. Sin que nadie se diera cuenta, se arrancó un pelo del cogote, lo enrolló con los dedos lo arrojó contra la cabeza del monje Tang. El pelo se convirtió en chinche, que empezó a picar salvajemente al maestro. Al principio éste sólo pareció sentir un pequeño picor, pero, a medida que pasaba los segundos, se fue transformando en un dolor insoportable. Lo malo era que una de las normas de las pruebas de meditación establecía que quien moviera las manos, aunque sólo fuera para rascarse, quedaba automáticamente eliminado. La molestia era tan inaguantable que al maestro no le quedó otro remedio que frotar suavemente la cabeza contra el cuello de su túnica.

El Rey Mono reemprendió el vuelo y fue a posarse sobre la cabeza del monje Tang, donde descubrió un chinche del tamaño de un guisante, que estaba cebándose en él. El Rey Mono lo cogió a toda prisa con la mano y rascó con suavidad al maestro, hasta que las molestias hubieron desaparecido del todo. De esta forma, pudo continuar la meditación, sin tener que mover un solo dedo.

Inició de nuevo el vuelo, el Rey Mono sacudió ligeramente el cuerpo y se convirtió en un ciempiés de más de siete centímetros de alto. Se dejó caer y fue a parar justamente debajo de las narices del taoísta, propinándole una picadura tan terrible que se cayó del altar.

Gran Inmortal Tigre perdió el concurso de meditación -Viaje al Oeste
Gran Inmortal Tigre perdió el concurso de meditación

Fue una suerte que los funcionarios imperiales se lanzaran a cogerle; de lo contrario, hubiera perdido la vida allí mismo. Atemorizado, el rey pidió a sus consejeros que le acompañaran al Salón Wen Hua. Sun Wukong volvió a convertirse, entonces, en una nube y ayudó a monje Tang a bajar del altar, siendo declarado vencedor de la prueba.


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