SuaveG – The Gentle Path

Dao De Jing – Capítulo 17

El capítulo XVII del Dao De Jing establece una jerarquía de gobernanza, donde la excelencia política se mide por su invisibilidad operativa.

El gran gobernante pasa inadvertido por el pueblo.
A éste sucede el que es amado y elogiado por el pueblo.
Después, el que es temido.
Y finalmente, el despreciado.
Si no hay una confianza total,
se obtiene la desconfianza.
El gran gobernante practica el no-hacer
y así, a la obra acabada sigue el éxito.
Entonces, el pueblo cree vivir según su propia ley.

La utopía política de Laozi, plasmada en el Dao De Jing, postula un modelo de gobernanza donde:

  • El gobernante ideal posee integridad primordial, actuando con serena discreción.
  • El gobierno existe como instrumento al servicio del pueblo, no como ente coercitivo.
  • El poder político fluye en armonía natural, sin imponerse sobre la vida civil.
  • Pueblo y administración coexisten en mutuo desapego, cada cual siguiendo su ritmo esencial.

En este capítulo, Laozi contrasta su ideal político con el «gobierno por virtud» defendido por los confucianos y el «gobierno por ley» promovido por los legalistas, considerándolos inferiores.

El «gobierno por virtud» genera en el pueblo confianza hacia el gobernante e incluso elogios hacia él, lo cual parece positivo, pero Laozi lo juzga aún menor que el «gobierno por no intervención». Por otro lado, el «gobierno por ley» —basado en castigos severos y políticas opresivas— refleja la falta de integridad del gobernante, provocando que el pueblo solo tema y evite su autoridad.

Laozi rechaza enérgicamente este enfoque legalista, mientras que incluso el «gobierno por virtud» lo interpreta como un síntoma de perturbación1. Para él, la mejor forma de gobernar reside en gobernantes que «valoran el silencio» , evitando imponer decretos innecesarios. En tal escenario, el pueblo coexistiría en armonía con el poder político hasta el punto de desconocer la identidad misma de sus líderes. Sin embargo, Laozi reconoce que esta visión idealizada —una especie de «utopía» — no existía en su época, siendo más bien una proyección filosófica de su pensamiento.

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