SuaveG – The Gentle Path

Episodio 146. Someter al viejo elefante de colmillos amarillentos

Cogiendo la barra de hierro, Wukong se abrió camino a golpes. A Bajie no le quedó más remedio que seguirle como pudo.

Al llegar a la segunda puerta, vieron el rastrillo apoyado contra la pared. De un empellón Bajie apartó a los diablillos que lo custodiaban y empezó a repartir golpes a derecha e izquierda. De esa forma, lograron dejar atrás las tres o cuatro puertas que los separaban del exterior, dejando tras sí una escalofriante hilera de diablillos muertos.

Al enterarse el demonio de mayor edad de lo ocurrido, dijo a su segundo hermano:

“¿Ves lo que has conseguido atrapando a ese monje? Sun Wukong no sólo ha conseguido liberar a Zhu Bajie, sino que, encima, ha acabado con los soldados que guardaban nuestra puerta.”

El segundo demonio agarró a toda prisa la lanza y se arrojó hacia el exterior de la caverna, gritando como un loco:

“¡Maldito mono sin principios! ¿Cómo te atreves a deshonrarnos de esta forma?”

Al oírlo, el Rey Mono se detuvo en seco. El monstruo, por su parte, se lanzó sobre él lanza en ristre. Afortunadamente, Wukong era un luchador experto e hizo frente a su adversario con la barra de hierro. De esa forma, dio comienzo un combate realmente extraordinario a las puertas mismas de la caverna.

Bajie se limitó a observar con asombro cómo Wukong luchaba contra el demonio, no hizo el menor movimiento para ayudar a su hermano. Permaneció de pie en la ladera, apoyado cómodamente sobre el rastrillo, viendo cómo luchaban.

El monstruo comprendió en seguida que la barra del Rey Mono era extremadamente pesada, sus artes marciales son completas e impecables. El monstruo trató de detener sus golpes con la lanza, al tiempo que inmovilizaba al Rey Mono con la trompa.

Afortunadamente, Wukong comprendió en seguida sus intenciones y, levantando la barra por encima de la cabeza con las dos manos, dejó que el demonio le asiera por la cintura, pero sin perder para nada su capacidad de movimientos. Las dos manos del Rey Mono juegan con la barra de hierro frente a la cara del demonio.

Bajie se golpeó entonces el pecho y exclamó, alarmado:

“¡Maldita sea, qué mala suerte tiene ese monstruo! Cuando atrapó a un tipejo como yo, ni siquiera me dejó sueltas las manos, pero ahora, que ha echado el guante a un individuo tan escurridizo como el mono, no se preocupa ni de atárselas. Mal le va a ir, porque lo único que tiene que hacer su víctima para liberarse es atizarle con la barra en la trompa. ¿Cómo va a seguir apretándole, cuando sienta un dolor horroroso en las narices?”

Wukong derrota al viejo elefante de colmillos amarillentos - Viaje al Oeste
Wukong derrota al viejo elefante de colmillos amarillentos

Al principio el Rey Mono no había pensado hacerlo, pero en esta ocasión aceptó la idea de Bajie.

Sacudió a toda prisa la barra y al instante adquirió una longitud de tres metros y el grosor de un huevo de gallina, con lo que no tuvo ninguna dificultad en atizar al monstruo un golpe tremendo en la trompa.

Aterrado, el demonio lanzó un grito estentóreo y soltó inmediatamente a su víctima. Wukong le agarró entonces de la trompa y tiró con fuerza de ella. El dolor era tan insoportable, que el demonio no tuvo más remedio que ceder. Al verle derrotado, Bajie se armó de valor y se acercó a ellos con ánimo de descargar sobre el monstruo una lluvia de golpes.

“¡No lo hagas!” le disuadió Wukong, gritando.

“Los dientes de tu rastrillo están demasiado afilados. Si le haces alguna herida, empezará a sangrar y el maestro nos regañará por poner en peligro su vida. Lo mejor es que le pegues con el mango.”

Bajie así lo hizo. Cada vez que el demonio daba un paso, él le atizaba un palo con el asta del rastrillo, mientras el Peregrino no dejaba de tirar con todas sus fuerzas de la trompa. Vistos de lejos, parecían dos cuidadores de elefantes. Tanto que, cuando Tripitaka los avistó descendiendo a toda prisa por la ladera de la montaña, no pudo dar crédito a lo que veía y preguntó, sorprendido, a Bonzo Sha:

“¿Sabes qué es eso que viene arrastrando Wukong?”

Respondió Bonzo Sha:

“No estoy muy seguro, pero me parece que es un monstruo con trompa. ¡Vaya vista más encantadora!”

Exclamó Tripitaka, por su parte:

“¡Santo cielo! ¡Es enorme! ¡Y qué nariz más larga tiene! Vete a decirle que, si se compromete a llevarnos sanos y salvos al otro lado de la montaña, le perdonaremos la vida. En realidad, opino que no deberíamos hacerle daño alguno.”

Bonzo Sha corrió a su encuentro, gritando:

“¡Eh! El maestro dice que, si accede a conducirnos a través de la cordillera, le tratéis con un poco más de benevolencia.”

Wukong, el Rey Mono, somete al viejo elefante de colmillos amarillentos - Viaje al Oeste
Wukong, el Rey Mono, somete al viejo elefante de colmillos amarillentos

Al oírlo, el demonio se postró inmediatamente de hinojos y habló con un fuerte acento nasal.

Dijo con inesperado respeto:

“Honorable monje Tang, si me perdonáis la vida, nos comprometemos a transportaros en una silla de mano.”

Anunció el Rey Mono:

“Somos amables y te concedemos el honor de creer en tus palabras. Vete a preparar inmediatamente la silla esa que dices. Recuerda que, si no cumples tu promesa, no habrá perdón para ti, cuando volvamos a capturarte.”

Apenas se sintió libre, el demonio se echó rostro en tierra y empezó a golpear el suelo con la frente antes de irse.

Wukong y Bajie corrieron a informar al monje Tang de todo lo ocurrido.

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