En Viaje al Oeste, la soberana del País de las Mujeres del Liang Occidental(o Reino de las Hijas) muestra un evidente afecto por el Monje Tang, llegando incluso a ofrecer la riqueza y el trono de todo el país a cambio del matrimonio con Xuanzang.
Como devoto budista, Xuanzang es consciente de la gran responsabilidad y misión que debe cumplir y, por ello, no puede aceptar el amor de la Reina. A primera vista, parece que la soberana realmente ama al Monje Tang. Pero si pensamos profundamente, encontraremos algo sospechoso.
Al oír eso, la soberana cedió a la alegría y dijo a las funcionarías, tanto civiles como militares, que la rodeaban:
—Anoche soñé que de los biombos de oro salían luces de colores muy vivos y los espejos de jade emitían rayos muy brillantes. Por fuerza tenía que tratarse de un augurio favorable para hoy.
—¿Cómo podéis afirmarlo con tanta seguridad, señora? —preguntaron todas las funcionarías al mismo tiempo, postrándose de hinojos ante los escalones del trono.
—Como muy bien acabamos de oír —contestó la soberana—, ese hombre procedente de las Tierras del Este es hermano del Emperador de los Tang. Desde los tiempos de la división del caos, jamás se había visto en esta corte a hombre alguno. ¿Qué otra cosa puede ser ese viajero de sangre real que un regalo de los Cielos? Tomaré todas las riquezas del país y se las pondré a sus pies con la condición de que acepte ser nuestro rey. Yo, por mi parte, estoy decidida a convertirme en su reina. De dicha unión nacerá una prolífica descendencia y, así, quedará asegurada para siempre la sucesión de nuestro reino. ¿Cómo no va a tratarse de un buen augurio, cuando las ventajas que eso nos reportará son incalculables?
Todas las funcionarías se echaron rostro en tierra y empezaron a golpear el suelo con la frente en señal de alegría.
— Viaje al Oeste, capítulo 54
Como se desprende de lo anterior, en primer lugar, la reina tomó la llegada de los hombres extranjeros como un feliz presagio. En segundo lugar, quería casarse con el monje Tang y tener hijos y nietos para perpetuar el imperio. Por supuesto, sabemos que, de hecho, sin hombres, aún podría quedarse embarazada y tener una hija y luego heredar el trono. Si la Reina sólo deseaba hombres, podría haberlo conseguido a través de su poder y riqueza. En lugar de sentarse a esperar a que pasara un hombre extranjero para que surgiera la idea.
La razón principal por la que la soberana del País de las Mujeres quería casarse con el monje Tang no era el amor, sino la antigua idea del derecho divino de los reyes. Ya en las dinastías Xia, Shang y Zhou, los monarcas defendían que estaban emparentados con los dioses del cielo y les hacían gobernar el mundo. Para obtener, mantener y consolidar el poder real, los gobernantes de todas las dinastías intentaron a crear ciertos signos o acontecimientos celestiales que representaran buenos auspicios, para que el pueblo llano pensara que eran hijos del cielo. Por ello, la reina aprovechó el incidente del tránsito del equipo de toma de escrituras para crear una opinión pública favorable, lo que ya había logrado el propósito de consolidar su poder.
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