Laozi proponía que el ser humano debe enriquecer su dimensión espiritual. Sostenía que quien examina su interior, afianza sus convicciones vitales y las implementa con determinación, podrá mantener una vitalidad perdurable y materializar sus aspiraciones más elevadas.
El que conoce a los demás es inteligente.
El que se conoce a sí mismo es iluminado.
El que vence a los demás es fuerte.
El que se vence a sí mismo es la fuerza.
El que se contenta es rico.
El que se esfuerza sin cesar es voluntarioso.
El que permanece en su puesto, vive largamente
El que muere y no perece, es eterno.
Conocer a otros es intelecto; conocerse a sí mismo es claridad existencial;
Vencer a otros denota poder; vencerse a sí mismo revela fortaleza primordial;
El que sabe contentarse es próspero;
La voluntad mueve montañas. Aquellos con convicciones inquebrantables alcanzarán el éxito;
Aquellos que no pierden su naturaleza esencial pueden asegurar perdurabilidad;
El cuerpo humano perece, pero su espíritu puede alcanzar la inmortalidad. Trascender la muerte física es la auténtica longevidad.
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