Episodio 59. Fuego de Samadhi

Al ver que Bajie estaba hablando con el Bonzo Sha, Wukong perdió los estribos y exclamó, malhumorado:

“¿Qué clase de hombre eres tú? ¿Es que no tienes ni siquiera una pizca de decencia? ¿Tan aterrado estabas que decidiste dejarme a mi suerte, prefiriendo huir como un cobarde? ¡Menos mal que sé arreglármelas bien solo, de lo contrario ahora estaría más chamuscado que un tizón!”

Bajie sonrió y dijo:

“Tenía razón ese monstruo, cuando dijo que desconocías por completo las normas que rigen la conducta social. ¿Qué querías que hiciera yo cuando dejó escapar todas esas llamas? ¿Que me quedara allí tan tranquilo, viendo cómo se me chamuscaban las piernas?”

Los dos continuaron comentando con tanto entusiasmo las incidencias de la lucha que el Bonzo Sha no pudo por menos de soltar la carcajada. Sorprendidos, se volvieron hacia él. El Rey Mono le preguntó:

“¿A qué viene tanta risa? ¿Será que tienes una buena forma de capturar a ese demonio y romper su formación de fuego?”

Confesó Bonzo Sha:

“Necesitamos agua.”

“¡Tienes razón!” exclamó el Peregrino con el rostro iluminado.

“Vosotros dos quedaos aquí y tratad de evitar a toda costa un enfrentamiento directo con esa bestia. Por mi parte, voy a llegarme hasta el Océano Oriental y le pediré agua prestada al Rey Dragón. Vosotros dos quedaos aquí y tratad de evitar a toda costa un enfrentamiento directo con esa bestia. Por mi parte, voy a llegarme hasta el Océano Oriental y le pediré agua prestada al Rey Dragón.”

El Rey Mono no tardó mucho en llevar al Reyes Dragón hasta el Arroyo del Pino Seco. Allí detuvo la marcha y volviéndose a los cuatro dragones, les dijo:

“Lamento haberos traído a un lugar tan alejado de vuestra residencia habitual. Esta es la morada del monstruo de que os hablé. Sería conveniente que os quedarais aquí arriba, en el aire, y, de momento, no os dejarais ver. Tengo la intención de retarle de nuevo. Cuando ese monstruo inicie el fuego, dejaríais caer una lluvia a mi orden.”

El Rey Mono toma prestada la lluvia del Reyes Dragón - Viaje al Oeste
El Rey Mono toma prestada la lluvia del Reyes Dragón – Viaje al Oeste

De nuevo volvió el Rey Mono a cruzar, de un salto, el arroyo, se colocó de jarras ante la puerta y gritó:

“¡Abrid inmediatamente!”

Los diablillos corrieron a informar a su señor, diciendo:

“Otra vez está aquí el Sun Wukong, majestad.”

Se lanzó el monstruo fuera de la caverna, donde preguntó con insolencia al Rey Mono:

“¿Se puede saber para qué has vuelto?”

“Para exigirte que pongas en libertad a mi maestro” contestó Wukong.

Exclamó el monstruo:

“¡Qué cabezón eres! ¿Qué hay de malo en que tu maestro me sirva de aperitivo? Es mejor que te olvides de él cuanto antes.”

El Rey Mono no pudo contener la furia que le embargaba. Cogió la barra y la dejó caer sobre cabeza del monstruo. La bestia detuvo el golpe con su lanza de fuego.

Comprendiendo el monstruo que no había manera de obtener una rápida victoria tras más de veinte encuentros, se golpeó la nariz con los puños. Al punto surgió de sus ojos una extraordinaria llamarada que se unió a la que, de pronto, se había iniciado en cada una de las carretas.

Muchacho Rojo hace fuego – Viaje al Oeste
Muchacho Rojo hace fuego – Viaje al Oeste

Comprendiendo que el momento había llegado, Wukong levantó la vista al cielo y gritó:

“¡Ahora, Reyes Dragón!”

Los cuatro dragones ordenaron entrar en acción a sus husetes, dejando caer sobre el monstruo de fuego una lluvia. Las gotas de lluvia eran más grandes que el puño cerrado de un guerrero, adquiriendo al poco rato el tamaño de cacerolas para cocer el arroz.

Sin embargo, la lluvia fue incapaz de acabar con el fuego del monstruo. Resultó que no era fuego de origen terrestre, sino Fuego de Samadhi. Era, de hecho, como echar aceite en el fuego, y las llamas adquirieron proporciones aún mayores.

El monstruo le lanzó al Rey Mono en el rostro una bocanada de humo. Los ojos se le irritaron de tal manera que las lágrimas no paraban de brotar.

El Niño Rojo ataca al Rey Mono con fuego y humo - Viaje al Oeste
El Niño Rojo ataca al Rey Mono con fuego y humo

Aunque era inmune al fuego, Wukong no disponía de ninguna protección contra el humo.

Al Rey Mono no le quedó, pues, otro remedio que montar en una nube y huir a toda prisa.

El Rey Mono fue derrotado y cayó al río - Viaje al Oeste
El Rey Mono fue derrotado y cayó al río

El Rey Mono tenía todo el cuerpo cubierto de llamas y humo y corrió a refrescarse en el arroyo que discurría por la montaña. Lo que menos se esperaba fue que el contraste entre la temperatura del agua y la del fuego fuese tan marcado que al punto perdiera la consciencia. La reacción resultó, de hecho, tan intensa que el aliento se le quedó congelado en el pecho y la garganta y la lengua perdieron su temperatura habitual. Wukong se está muriendo.

Bajie y Bonzo Sha abandonaron a toda prisa a la carrera su escondite. Se lanzaron a una frenética búsqueda del Rey Mono que se extendió a toda la orilla. Vieron venir corriente abajo el cuerpo de un hombre. Bonzo Sha lo arrastró hasta la orilla. Como habían supuesto, se trataba del cuerpo del Sun Wukong. Tenía doblados los brazos y estaba ya tan frío que no había manera de estirárselos.

Al ver esto, Sha Wushang se puso muy triste y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Bajie y Bonzo Sha salvan al Rey Mono - Viaje al Oeste
Bajie y Bonzo Sha salvan al Rey Mono – Viaje al Oeste

Le aconsejó Bajie:

“Tócale el cuerpo, ya verás como su aliento está todavía caliente.”

Exclamó, desesperado, el Bonzo Sha:

“Su cuerpo está más frío que el hielo. El calor de la vida le ha abandonado para siempre. ¡Jamás lograremos reanimarle!”

“No digas eso, por favor” le regañó el cerdo.

“Si había logrado dominar el arte de las setenta y dos transformaciones, era porque, de hecho, poseía setenta y dos vidas. ¡No puede haberlas perdido todas de golpe! Estírale las piernas y yo me encargaré de lo demás.”

Bajie le levantó entonces la cabeza y la parte superior del cuerpo. Frotó a continuación sus manos, hasta que adquirieron un cierto grado de calor, y comenzó a darle una serie de enérgicos masajes.

Fue una suerte, su cuerpo comenzó a funcionar. Wukong recuperó el aliento y despertó.


Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *