Insecto de nueve cabezas, también conocida como Ave de Nueve Cabezas o Pájaro de Nueve Cabezas.
Pájaro de Nueve Cabezas es una criatura mítica en las leyendas chinas y es la forma original del Insecto de Nueve Cabezas en la novela mitológica Viaje al Oeste. Esta criatura está registrada en antiguos textos como Clásico de las Montañas y los Mares y Chu Ci(los Cantos de Chu). En la cultura de Chu, es un tótem. En algunas leyendas, se considera un ave de mal augurio y es temida por el pueblo chino.
La característica más básica de un Pájaro de Nueve Cabezas es que tiene nueve cabezas.
La lucha adquirió, así, nuevos bríos, pero, tras seis o siete asaltos más, el monstruo comprendió que no podía seguir resistiendo un ataque tan brutal. De pronto, dio un salto magnífico y se manifestó tal cual era: un insecto de nueve cabezas, increíblemente repulsivo y feroz. Cualquier mortal hubiera perecido de miedo, al verle. Poseía una extraña cresta, que recordaba las plumas erizadas de un ave, y un cuerpo, fuerte como el acero, cubierto de unos pelos ensortijados. Medía cerca de cuatro metros y su apariencia general era la de una tortuga gigante del Yangtsé. Por contraste, sus patas, que terminaban en una especie de garra acerada, recordaban las de un águila. Sus nueve cabezas estaban unidas como si fueran un ramo de flores. A juzgar por la fortaleza de sus alas, era capaz de remontarse por los aires con más majestuosidad que un halcón. Emitía, además, un sonido estridente, similar por su potencia al canto de una grulla, que llegaba hasta los mismos límites del Cielo. Sus ojos lanzaban rayos de una luz dorada, que hablaban a las claras del orgullo de aquella criatura alada, única en todo el universo.
— Viaje al Oeste, Capítulo 63
Cuenta la leyenda que una de las cabezas de la Pájaro fue devorada por el Perro Celestial, y la Pájaro de Nueve Cabezas ha estado sangrando desde entonces. En Viaje al Oeste, una de las cabezas de la Pájaro fue mordida por el Perro Rugiente de Er Lang.
Comprendiendo que las cosas iban peor de lo que esperaba, el yerno se dejó caer al suelo y adquirió la forma que le era habitual. Extendió a continuación las alas y se elevó hacia lo alto. Er-Lang sacó su cuenco de oro, cogió una pequeña bolita de plata y la lanzó contra el insecto, que se volvió, rabioso, contra él, dispuesto a propinarle un tremendo mordisco. Justamente cuando empezaba a salirle la cabeza en el centro del pecho, el pequeño mastín de Er-Lang dio un acrobático salto y se la arrancó de una dentellada. Ciego de dolor, el monstruo voló hacia los mares del norte.
— Viaje al Oeste, Capítulo 63
Hasta el día de hoy puede verse en ciertos lugares un insecto de nueve cabezas, que lanza chorros de sangre y que es el heredero directo del monstruo, cuya suerte acabamos de relatar.
— Viaje al Oeste, Capítulo 63
Es interesante que en Viaje al Oeste, el Pájaro de Nueve Cabezas, su esposa y su suegro, los tres, tienen la costumbre de robar cosas. El Pájaro de Nueve Cabezas y su suegro robaron la reliquia de la cima de la pagoda del Templo de Luz Dorada, y la Princesa robó la hierba de Lingzhi cultivada por Wang Mu(la Reina Madre del Cielo).
Una de las hijas de nuestro señor, llamada Princesa de Todos los Espíritus, una muchacha realmente encantadora y con unas cualidades francamente extraordinarias, se desposó con un tipo que responde al nombre de Nueve Cabezas y cuyos poderes mágicos no tienen nada que envidiar a los del inmortal más aventajado. Hace dos años, trajo aquí al Rey Dragón y, valiéndose de sus artes, hizo caer sobre este monasterio una lluvia de sangre, que acabó con su aura.
No le fue difícil, de esa forma, hacerse con las cenizas de un buda, que se conservaban en este lugar. Al mismo tiempo, la princesa se introdujo en el Cielo y robó el agárico de nueve hojas, que Wang-Mu Niang-Niang había plantado justamente enfrente del Salón de la Niebla Divina. Tanto las cenizas como la planta se encuentran actualmente en el fondo del lago, iluminando el palacio día y noche con sus rayos dorados y sus resplandores de colores.
— Viaje al Oeste, Capítulo 63
—Que yo sepa —replicó Er Lang, sorprendido—, ese dragón jamás ha causado el menor problema. ¿Cómo es posible que haya robado las reliquias de un monasterio?
—Lo han hecho entre él y su yerno, un insecto de nueve cabezas —explicó el Peregrino—. Juntos dejaron caer sobre el Reino del Sacrificio una extraña lluvia de sangre y, de esa forma, pudieron hacerse con las cenizas sagradas que se conservaban en la torre del Monasterio de la Luz Dorada.
— Viaje al Oeste, Capítulo 63
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