¿Cuántos monstruos hay en Viaje al Oeste?
En Viaje al Oeste hay un total de 132 monstruos principales, además de innumerables monstruos menores. Entre estos monstruos principales, 73 se encuentran en el continente de Dongsheng Shenzhou(Purvavideha, el del Este), 54 en el continente de Xiniu Hezhou(Aparagodaniya), 1 en el continente de Beiju Luzhou(Uttara-kuru, el del Norte) y 4 en el continente de Nanzhan Buzhou(Jambudvipa, el del Sur). La afirmación de que el continente de Xiniu Hezhou(Aparagodaniya), hecha por el Buda Tathagata, es inexacta.
Los de Aparagodaniya, el del Oeste, no son avaros ni muestran una desmesurada tendencia a matar. Son gentes que controlan sus impulsos y dominan sus instintos. No existen, por supuesto, entre ellos iluminados de primer orden, pero es seguro que la gran mayoría alcanzará una edad muy avanzada.
— Viaje al Oeste, Capítulo 8
Aquí, en el Oeste, hay 54 monstruos principales. Si no diferenciamos entre grandes y pequeños monstruos, entonces, sin duda, el Reino de Shituo es el que tiene más demonios. Este lugar es prácticamente un infierno en la Tierra, tanto que incluso Sun Wukong se asustó muchísimo, ya que era demasiado aterrador. Hay una descripción en el texto original que lo deja claro a primera vista:
Decíamos que el Gran Sabio se adentró valientemente en el interior de la caverna. A medida que avanzaba iba descubriendo montones cada vez más numerosos de esqueletos, que hacían pensar en auténticos bosques de huesos. El cabello humano era tan abundante, que todo el suelo estaba cubierto de él, como si de una alfombra se tratara. A pesar de ello, no resultaba difícil ver trozos de carne medio podrida mezclados con el polvo. De los árboles colgaban, sujetas con tendones de hombre, piezas humanas puestas a secar al sol. Algunas debían de llevar mucho tiempo, a juzgar por su tono amarillento y su aspecto apergaminado. Adondequiera que se dirigiera la vista podían verse montañas de cadáveres y ríos de sangre, que emitían un hedor realmente insoportable. Los diablillos destacados en el sector oriental arrancaban con cuidado los restos de carne que aún quedaban adheridos a los huesos, mientras que los de la sección occidental cocían pacientemente los despojos más frescos. Otro con menos agallas que el Hermoso Rey de los Monos se hubiera dado inmediatamente la vuelta, negándose a dar un paso más.
— Viaje al Oeste, Capítulo 75
Siguiendo su costumbre, el Peregrino iba un kilómetro por delante, con la barra cruzada sobre los hombros, cuando vio ante sí una ciudad, que le metió tal susto en el cuerpo, que cayó inmediatamente al suelo. ¿Cómo es posible que, siendo tan valiente, se asustara de aquella forma? La razón estaba en que aquella ciudad estaba rodeada de un aura de perversión y maldad. La habitaban monstruos y demonios de la peor ralea y sus cuatro puertas se encontraban protegidas por espíritus extremadamente violentos. La defensa de la plaza estaba encomendada a un enorme tigre listado, al que asistía, como capitán, un gato con la cara blanca. Ciervos con una cornamenta fantástica hacían las veces de mensajeros, mientras las calles se veían atestadas de zorros salvajes. Alrededor de las murallas daban vueltas sin cesar culebras de más de trescientos metros de longitud, ayudadas por enormes serpientes tan largas como ellas, que vigilaban los caminos de acceso. A la sombra de las torres lobos de pelaje gris impartían sin descanso órdenes a leopardos que se comportaban como hombres. Tanto los encargados de agitar los estandartes, como de batir los tambores, realizar las guardias y patrullar las calles eran monstruos y espíritus de la montaña. El cuidado de las puertas estaba encomendado a liebres desconfiadas, que registraban celosamente todas las mercancías, que jabalíes corpulentos trataban de hacer entrar en la ciudad. Se apreciaba que hacía años aquélla había sido la sede de una próspera corte, mientras que ahora se había transformado en una auténtica guarida de tigres y lobos.
— Viaje al Oeste, Capítulo 76
Leave a Reply