Episodio 52. El Fantasma del Rey

A la luz de las lámparas Tripitaka meditó durante largo rato sobre la Letanía Acuática del Rey Liang, a continuación, la lectura del Auténtico Sutra del Pavo Real.

A la tercera vigilia enrolló, él estaba ya tan cansado que dejó caer pesadamente la cabeza sobre la tapa del escritorio y se quedó medio dormido.

Al maestro le pareció oír en su duermevela una voz muy débil, que le llamaba desde fuera, diciendo:

“¡Maestro!”

La visita del rey fantasma a Tripitaka - Viaje al Oeste
La visita del rey fantasma a Tripitaka

El monje Tang se levantó a toda prisa y preguntó, sobresaltado:

“¿Quién sois? ¿No seréis, por casualidad, un demonio o un fantasma que se ha llegado hasta aquí con el único fin de burlarse sin ninguna consideración de mí? Si es así, sabed que yo no soy una persona avariciosa y sin conciencia, sino un monje simple y de recto obrar. “

Para entonces el ser que estaba fuera había empezado a empujar puerta, al tiempo que replicaba:

“Estás muy equivocado, maestro. Aquí fuera no hay ningún monstruo ni demonio.”

Contestó Tripitaka:

“Si es verdad lo que decís, ¿por qué permanecéis levantado hasta tan tarde?”

Respondió la voz:

“Maestro, mi hogar se encuentra a unos cuarenta kilómetros al oeste de aquí. Allí se levanta una ciudad y mi reino.”

“¿Cómo se llama?” inquirió monje Tang.

Contestó el hombre:

“Reino del Gallo Negro. Soy el rey del reino.”

Indagó, cada vez más sorprendido, Tripitaka Tang:

“¿Puedo preguntaros por qué parecéis tan asustado y cuál es el motivo que os ha traído hasta aquí?”

Explicó el espíritu del Rey:

“Hace aproximadamente cinco años se produjo en esta región una sequía tan pertinaz que toda la vegetación terminó secándose y la gente comenzó a morirse de hambre. ¡Fue horrible, en verdad! Al poco de iniciarse la sequía, todos los graneros de mi reino estaban completamente vacíos y no quedaba la menor reserva de comida. Mis colaboradores, tanto civiles como militares, dejaron de recibir su salario. Durante tres años ofrecí día y noche al cielo sacrificios y ofrendas, pero todo resultó inútil. Nuestros ríos continuaron sin cauce y nuestros pozos siguieron tan secos como antes. Cuando más desesperados estábamos, apareció de improviso, procedente del Monte Zhong Nan, un taoísta que decía pertenecer a la Secta de la Verdad Absoluta y que afirmaba poseer poderes capaces de levantar los vientos y traer la lluvia. Le invitamos a elevar al cielo sus oraciones, que se mostraron tan eficaces que, en cuanto las hubo concluido, el firmamento se deshizo en una lluvia realmente torrencial.”

El taoísta reza por la lluvia en Reino del Gallo Negro - Viaje al Oeste
El taoísta reza por la lluvia en Reino del Gallo Negro

Le interrumpió monje Tang:

“Lo que no comprendo es cómo, con un hombre así a vuestro lado, habéis tenido que abandonar la ciudad y llegaros hasta aquí.”

Respondió el espíritu:

“Al comprobar su magnanimidad, decidí hacer con él un pacto de hermandad. Durante dos años lo compartimos todo. La primavera llegó, una vez más, a nuestro reino y los melocotoneros y albaricoqueros se llenaron de flores bellas en extremo. Un día, el taoísta y yo salimos al jardín imperial agarrados de la mano. Al llegar junto a un pozo, arrojó algo en él que comenzó a emitir una atractiva luz dorada. Intrigado, me acerqué aún más al pozo para ver de qué se trataba. Pero me arrojó sin ninguna piedad a las aguas, cubriendo a continuación el brocal con una pesada losa de piedra. No contento con eso, selló el pozo con lodo y barro, apañándoselas incluso para trasplantarle un árbol de plátano. ¡Qué mala suerte la mía! Llevo muerto tres años, mi cuerpo sigue ahí abajo y sólo soy un fantasma.”

El taoísta asesinó al rey del Reino del Gallo Negro - Viaje al Oeste
El taoísta asesinó al rey del Reino del Gallo Negro

Añadió el rey fantasma, continuando con su narración:

“Después de asesinarme, sacudió una sola vez el cuerpo y al instante se convirtió en una copia exacta de mí mismo. No es extraño que no le haya costado ningún trabajo hacerse con mi reino. Nadie se ha dado cuenta en todo el imperio de que se trata de un impostor.”

El Monje Tang dijo:

“Me compadezco de tu miseria. Pero, ¿cómo puedo ayudarte? Sólo soy un monje.”

Contestó el espíritu del rey:

“Afortunadamente el Dios-que-patrulla-la-noche me trajo hasta aquí a lomos de su viento huracanado y me dijo que viaja con vos un hombre capaz de acabar con los monstruos y de terminar con los demonios, conocido como el Gran Sabio, Sosia del Cielo. Eso me ha movido a venir a suplicaros que os dirijáis a mí reino y hagáis cuanto podáis por poner en evidencia al impostor que se ha apoderado de mis dominios. En prueba de agradecimiento, os prestaré en el futuro toda la riqueza de que sea capaz.”

Concluyó Tripitaka:

“¿Así que habéis venido hasta aquí para pedir a mi discípulo que os ayude a deshaceros de ese monstruo?”

“Exactamente” contestó el hombre.

Comentó Tripitaka:

“Pero me temo que esa empresa va a resultarle extremadamente difícil. Porque vuestras mujeres y ministros sentirán por el rey falso una simpatía y una fidelidad por encima de toda duda.”

“No, porque todavía cuento en la ciudad con un partidario mío. Me estoy refiriendo a mi hijo.” contestó el hombre.

Preguntó monje Tang:

“¿Cómo voy a conseguir una audiencia a solas con él?”

Respondió el Rey fantasma:

“Eso no es ningún problema. Mañana mismo tiene pensado salir de la corte para ir a cazar en las afueras de la ciudad. No dispondréis de una ocasión mejor que ésa, os lo aseguro. Transmitidle lo que yo os diga y estad seguro de que os creerá.”

Objetó Tripitaka:

“¿Cómo va a creer lo que yo le diga, si ha sido engañado por ese monstruo hasta el punto de pensar que es su auténtico padre?”

Aclaró el espíritu del rey:

“Por si eso ocurriera, estoy dispuesto a ofreceros un signo ante el que no dudará.”

El fantasma de este emperador entregó al Monje Tang una tableta de jade blanco con incrustaciones de oro.

De repente, el espíritu del rey miró a la puerta. Dijo:

“El espíritu me llama. Debo ir.”

Entonces desapareció.

El monje Tang llamó a sus discípulos, que entraron corriendo en la habitación.

Informó Tripitaka, sin recuperarse del todo:

“Me quedé dormido sobre la mesa y me asaltó una horrible pesadilla.”

El maestro relató entonces la conversación que había mantenido con el desconocido.

Exclamó Tripitaka de pronto:

“¡Ahora que recuerdo! Me dejó algo como prenda de que lo que decía era verdad.”

Sugirió Bajie:

“Es sólo un sueño. No te lo tomes en serio.”

Replicó el Bonzo Sha:

“No estoy de acuerdo contigo. En lugar de dudar, cojamos unas antorchas y salgamos a echar un vistazo.”

El Rey Mono abrió la puerta y salieron todos a mirar. No tardaron en encontrar, a la luz de las estrellas y la luna, la tableta de jade blanco con incrustaciones de oro.

encontraron la tableta de jade blanco con incrustaciones de oro - Viaje al Oeste
Encontraron la tableta de jade blanco con incrustaciones de oro – Viaje al Oeste

“¿Se puede saber qué es esto?” preguntó Bajie, cogiéndolo dado con cuidado.

Contestó Wukong:

“Como ves, la tableta de jade blanco con incrustaciones de oro, uno de los tesoros más preciados de ese rey fantasma. Eso demuestra que el sueño de nuestro maestro ha sido auténtico.”


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