Episodio 45. Hagamos un cambio

En cuanto se hubo deshecho del Rey Mono, el monstruo montó en un viento huracanado y no tardó en dar caza al monje Tang.

Estiró los brazos para derribarle del caballo, pero se lo impidió Bonzo Sha. El monstruo desenvainó a toda prisa la espada. La batalla que a continuación se desarrolló fue formidable. El monstruo desplegó todo su poder con el fin de atrapar a Tripitaka Tang, mientras que el discípulo trató por todos los medios de defender de su maestro.

El monstruo era feroz en extremo. Los golpes de su espada caían sobre su adversario con tan certera profusión que parecían una lluvia de meteoros. Eso hizo que el Bonzo Sha fuera perdiendo poco a poco las fuerzas y al final no pudiera seguir luchando.

Comprendiendo que todo estaba perdido, Bonzo Sha trató de huir, pero fue atrapado al instante por una mano enorme, que le metió bajo el sobaco izquierdo del monstruo. Suprimidos todos los obstáculos, el demonio agarró al monje Tang con la mano derecha, cogió el equipaje con la punta de los pies y asió con la boca las crines del caballo.

Gran Rey del Cuerno de Plata capturó al Monje Tang y al Bonzo Sha - Viaje al Oeste
Gran Rey del Cuerno de Plata capturó al Monje Tang y al Bonzo Sha

Los llevó a la Caverna de la Flor de Loto a lomos de un viento huracanado. Al llegar, alzó la voz y anunció su presencia, diciendo:

“¡Acabo de capturar a todos los monjes!”

“¡Jamás imaginé que fueras tan habilidoso!” dijo, sonriendo, el primer monstruo al segundo.

“En dos salidas que has hecho has capturado nada menos que a tres monjes. De todas formas, aunque el mono está enterrado bajo el peso de esas montañas, creo que sería conveniente traerle aquí.”

El segundo monstruo concluyó:

“Esto es fácil, no necesitamos hacerlo nosotros mismos. Arregla que dos diablillos se lleven dos tesoros para capturar a ese mono.”

“¿A cuáles te refieres?” preguntó el primer monstruo.

“A mi gourd de oro y a tu jarrón de jade” contestó el segundo.

El monstruo primero sacó su jarrón de jade y volvió a preguntar:

“¿A quién crees que debemos enviar?”

“A Demonio Taimado y a Gusano Astuto” respondió el segundo Monstruo.

Ambos fueron llamados a su presencia y recibieron la siguiente orden:

“Coged estos tesoros y escalad el pico de la montaña. Cuando os encontréis en la cumbre, ponedlos boca abajo y gritad el nombre de Wukong. Si os responde, será inmediatamente succionado y no tendréis más que tapar el recipiente con esa tira de papel.”

Gran Rey del Cuerno de Oro y Gran Rey del Cuerno de Plata enviaron pequeños demonios para capturar al Rey Mono - Viaje al Oeste
Gran Rey del Cuerno de Oro y Gran Rey del Cuerno de Plata enviaron pequeños demonios para capturar al Rey Mono

Mientras tanto, el Rey Mono estaba aplastado bajo las tres grandes montañas y apenas podía respirar.

El incidente no tardó en alarmar a los dioses de la montaña, al espíritu local, y los Guardianes de los Cinco Puntos Cardinales.

“¿De quién son esas montañas?” preguntó uno de los Guardianes.

“Nuestras” contestó el espíritu local.

“¿Sabéis el nombre del que está encerrado en ellas?” insistió él.

“No, no lo sabemos” volvió a contestar el espíritu local.

Exclamó el Guardián:

“¡Así que no lo sabéis! Pues no es otro que el Gran Sabio, Sosia del Cielo, el Peregrino Sun Wukong, que hace alrededor de quinientos años sumió el Cielo en un indescriptible caos. Tras cumplir su castigo, abrazó el verdadero camino y se convirtió en discípulo del monje Tang. ¿Cómo habéis cometido la osadía de prestar vuestras montañas a un monstruo para encerrarle de nuevo?”

Exclamaron a coro el dios de la montaña y el espíritu local, muy alterados:

“¡No sabíamos que se tratara de él! Oímos que el monstruo recitaba el conjuro para transportar montañas y nosotros hicimos simplemente lo que se nos ordenaba. ¿Cómo íbamos a sospechar siquiera que se trataba del Gran Sabio Sun?”

Los dioses empezaron a recitar una serie de conjuros y las montañas regresaron al instante a sus antiguas ubicaciones.

Los Dios de la montaña y espíritu de la Tierra local liberaron a Wukong - Viaje al Oeste
Los Dios de la montaña y espíritu de la Tierra local liberaron a Wukong

Wukong recuperó su libertad. Inmediatamente despidió a los dioses. Porque sabía que los demonios pronto volverían para capturarlo.

El Rey Mono sacudió ligeramente el cuerpo y se convirtió en un viejo buscador del camino de la Verdad. A toda prisa se escondió en un recodo del camino y esperó con impaciencia la llegada de los monstruos, que no tardaron en entrar en su campo de visión.

Les preguntó el Rey Mono:

“¿De dónde venís?”

“De la Caverna de la Flor de Loto” respondió uno de los diablillos.

“Eso está muy bien, pero ¿adónde vais?” insistió el Rey Mono.

“Nuestros señores nos han enviado a capturar al Sun Wukong.” contestó el mismo diablillo.

“¿Te refieres al bonzo que acompaña al monje Tang en busca de las escrituras?” inquirió el Rey Mono.

El diablillo confirmó:

“A ese exactamente. ¿Vos también le conocéis?”

El Rey Mono exclamó:

“¡¿Que si le conozco?! Es un mono sin ningún respeto. Yo también estoy un poco molesto con él. Lo llevaré contigo como un favor para ti.”

El diablillo dijo:

“No es necesario que malgastéis vuestras energías con él. Nuestros señores poseen extraordinarios poderes mágicos y han logrado dominar a esa bestia, sepultándola bajo tres pesadísimas montañas. Precisamente ahora vamos a sacarla de allí con ayuda de estos valiosísimos objetos.”

Wukong preguntó:

“¿De qué objetos habláis?”

El demonio pequeño explicó:

“De la calabaza roja que yo llevo y del jarrón de jade que porta mi compañero.”

Wolvió a preguntar el Rey Mono:

“¿Así que vais a meterle ahí dentro? ¿Se puede saber cómo vais a hacerlo?”

Respondió el diablillo:

“Poniéndolos boca abajo y llamando a la bestia por su nombre. En cuanto responda, será absorbido por estos recipientes, cuya boca debemos tapar con una tira de papel. En menos de una hora y tres cuartos quedará reducido a una pasta muy parecida al pus.”

Wukong dijo:

“Aún no has visto mi tesoro.”

El monstruo dijo:

“¿Qué tesoro tienes?”

El Rey Mono se arrancó un pelo de la cola y gritó:

“¡Transfórmate!”

Al instante se convirtió en una enorme calabaza de oro.

El intercambio de calabazas auténtica y falsa - Wukong engaña al los dos diablillos - Viaje al Oeste
El intercambio de calabazas auténtica y falsa – Wukong engaña al los dos diablillos

Les preguntó:

“¿Queréis echar un vistazo a mi calabaza?”

Gusano Astuto la examinó con cuidado y comentó:

“Vuestra calabaza posee un tamaño excepcional y una figura perfecta. Sin embargo, dudo de que tenga alguna utilidad.”

“¿Qué quieres decir con eso?” exclamó el Rey Mono.

Respondió el diablillo:

“Que nuestros tesoros, aunque son mucho más pequeños, puede contener en su interior a más de mil personas.”

Wukong comentó:

“Muy bien, pero eso no es tan extraordinario. Mi calabaza, por ejemplo, puede absorber todo el Cielo.”

“¿De verdad?” preguntó el diablillo.

“Así es” confirmó el Rey Mono.

El diablillo dijo:

“Me parece que estás mintiendo. El Cielo no cabe en un espacio tan reducido como ése. Si quieres que te creamos, tendrás que enseñarnos cómo lo haces.”

Comentó Demonio Taimado:

“Si su tesoro se puede contener en su interior todo el Cielo, cambiémoslo por nuestros tesoros. ¿Qué os parece?”

Dijo el Rey Mono, complacido:

“¡No está mal trocar dos cosas por una! Eso es lo que se llama un negocio justo.”

Wukong inclinó respetuosamente la cabeza y, tras hacer un signo mágico y recitar el correspondiente conjuro, hizo venir a su presencia a los Dios, y les ordenó:

“Informad de inmediato al Emperador de Jade que nos hemos topado con una montaña altísima y unos Monstruos muy poderosos, que se han empeñado en no dejarnos seguir adelante. Su fuerza se basa en unos tesoros francamente extraordinarios, que quieren cambiar por una calabaza sin valor que yo poseo. Para engañarlos preciso de la ayuda de Su Majestad. Suplicadle en mi nombre, con el debido respeto, que me preste los Cielos durante media hora, para que pueda llevar a buen término los planes que me he trazado.”

Un Inmortal volvió a toda prisa al lado del Rey Mono y le susurró al oído:

“El Príncipe Ne Zha ha salido en apoyo de vuestro plan y el Emperador de Jade ha otorgado su consentimiento.”

Wukong levantó la vista hacia lo alto y vio acercarse una nube extremadamente luminosa. Eso le cercioró de que se trataba de un dios. Seguro del éxito de su plan, se volvió a los diablillos y les dijo:

“De acuerdo, voy a meter el Cielo en mi calabaza.”

“Adelante” le urgió uno de ellos.

Los diablillos se quedaron de pie y abrieron los ojos cuanto pudieron decididos a averiguar cómo iba a arreglárselas el anciano taoísta para meter el Cielo en un espacio tan reducido. La arrojó Wukong hacia lo alto.

Rey Mono puso el cielo en la calabaza - Viaje al Oeste
Rey Mono puso el cielo en la calabaza

Mientras tanto, el Príncipe Ne Zha llegó a la Puerta Sur con el estandarte, lo desplegó del todo y al instante quedaron cubiertos el sol, la luna y la totalidad de los planetas.

Los monstruos exclamaron, sorprendidos:

“¿Cómo es que es ya la hora del crepúsculo, si hace un momento era mediodía?”

Les recriminó Wukong:

“¿Cómo se os ocurre hablar de horas?. El tiempo ha dejado de existir. ¿No comprendéis que el Cielo está dentro de mi calabaza?”

“Sí, pero ¿por qué está tan oscuro?” gritaron, aterrados.

El Rey Mono contestó:

“Muy sencillo. Porque el sol, la luna y las estrellas están en el interior de mi tesoro. Es normal que la oscuridad se haya adueñado del mundo, ¿no os parece? No queda por ahí ninguna luz.”

Suplicaron a coro los dos diablillos:

“¡Detened vuestro experimento al instante! Sabemos que vuestra calabaza es capaz de contener todo el Cielo. ¿Por qué no le devolvéis la libertad? “

Cuando el Rey Mono se convenció de que los dos diablillos habían tomado su juego como cierto, volvió a recitar el conjuro. El Príncipe enrolló el estandarte y al instante se vio de nuevo en el Cielo la luz del sol.

Exclamaron los diablillos

“¡Fantástico! ¡Realmente fantástico! Si no cambiáramos ese tesoro por las baratijas que nosotros poseemos, seríamos tontos de remate.”

Demonio Taimado y Gusano Astuto sacaron entonces la calabaza de oro y el jarrón de jade y se lo entregaron a Wukong. Este, a su vez, puso en su mano la enorme calabaza.


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