Episodio 8. Armar a la tropa

Armar a la tropa en la Montaña de las Flores y Frutos.

Después de haber dado muerte al Monstruoso Rey, Wukong comenzó a practicar a diario el arte de la guerra con sus súbditos, enseñándoles a hacer lanzas con bambúes afilados, a fabricar espadas de madera, a confeccionar banderas y estandartes, a formar patrullas, a avanzar y retirarse, y a montar campamentos.

Monos practicando artes marciales - Viaje al Oeste
Los monos practicando artes marciales

Un día, de repente, se dio cuenta de un grave problema.

De momento esto no es más que un simple juego, pero la cosa puede llegar a ponerse realmente seria. Supongamos que, sin nosotros saberlo, ofendemos a los reyes de los hombres o a los líderes de las bestias, o que, simplemente, toman estos ejercicios militares como una amenaza y se levantan en armas contra nosotros. ¿Cómo vamos a poder hacerles frente con lanzas de bambú y espadas de madera? Por fuerza, debemos poseer armas auténticas. ¿Qué podríamos hacer para conseguirlas?

— Viaje al Oeste, Capítulo 3
Consejos del Viejo Mono para adquirir armas - Viaje al Oeste
Consejos del Viejo Mono para adquirir armas

El viejo mono dijo:

“Hay un país de Ao Lai en el este, y la ciudad está llena de soldados y gente, así que debe haber muchas armas.”

Esas palabras devolvieron la alegría al Rey Mono, que se apresuró a decir a sus súbditos:

“Vosotros quedaos aquí divirtiéndoos. Creo que voy a hacer un pequeño viaje.”

No había acabado de decirlo, cuando dio un salto y llegó el País de Ao Lai en un abrir y cerrar de ojos.

Allí se levantaba, en efecto, una ciudad de calles anchas, mercados llamativamente grandes, casas prácticamente incontables y arcadas numerosas. Un enjambre de gente llenaba hasta su último rincón.

“No muy lejos de aquí tiene que haber infinidad de armas,” se dijo Wukong. “Lo mejor sería bajar a comprarlas, pero eso me resultaría mucho más penoso que obtenerlas por medio de mis artes mágicas.”

Así que recitó un conjuro e insufló un soplo que se convirtió en una ráfaga de viento que hizo volar la arena y las piedras por el suelo.

En el país de Ao Lai todo el mundo, desde el rey al más insignificante de sus súbditos, estaba aterrorizado. Por doquier las familias se encerraban tras la seguridad de las puertas de sus casas, sin que nadie se atreviera a salir.

No le costó mucho trabajo dar con la sala de armas y vio que en su interior se apilaban incontables armas de todas clases y tamaños: cimitarras, lanzas, espadas, hachas de guerra, guadañas, látigos, baquetas, tambores, arcos, flechas y otras armas arrojadizas.

Se arrancó un puñado de pelos, los masticó hasta reducirlos a diminutos cachitos y después los escupió, al tiempo que recitaba el embrujo y gritaba con todas sus fuerzas:

“¡Transformaos!”

la estratagema del Rey Mono para robar armas - Viaje al Oeste
la estratagema del Rey Mono para robar armas

Al instante se convirtieron en monos pequeñitos, que empezaron a adueñarse de las armas. Wukong volvió a montarse en la nube y, tras recitar las palabras mágicas, convocó a un viento recio, que transportó a todos los monos a la Montaña de las Flores y Frutos.

A la mañana siguiente formaron filas y los monos empezaron a taladrar sus armas. De esta forma, se formó un ejército compuesto por cuarenta y siete mil infantes.

El ejército del Rey Mono en la Montaña de las Flores y Frutos - Viaje al Oeste
El ejército del Rey Mono en la Montaña de las Flores y Frutos

En ningún momento se descuidó la formación militar, que se prolongó durante días y días.


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