Los monos se quedaron en la orilla, reacios a separarse, enjugándose las lágrimas mientras se despedían del Rey Mono.
Cuando todo estuvo dispuesto, el Rey Mono montó en la balsa y, de un poderoso golpe de pértiga, se adentró en las aguas del océano inmenso.
El Rey Mono navegó solo por el océano durante mucho tiempo.
Finalmente llegó a una nueva tierra. La playa estuvo abarrotada. Algunos se afanaban pescando; otros, cazando patos salvajes; quien se dedicaba a la busca de almejas. Al ver acercarse al Rey Mono con una mirada extraña, despavoridos, corrieron a esconderse.
El Rey Mono aprendió a vestirse, hablar y comportarse con cortesía. Recorrió las ciudades y pueblos,calles y callejones, pero no tuvo la suerte de encontrar los inmortales. Sin darse cuenta, pasaron ocho o nueve años.
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