Los monos vivían en una armonía perfecta en la Montaña de las Flores y Frutos y la Caverna de la Cortina de Agua.
Hermoso Rey Mono organizó a los monos, macacos y otros primates, y les asignó diferentes cargos oficiales. Durante el día jugaban en la Montaña de las Flores y Frutas, y por la noche dormían en la Cueva de la Cortina de Agua. Los monos recogían flores, frutos, bebían del manantial. Ocupaban su territorio en solitario y pendientes solamente de su propia felicidad, sin mezclarse con otras bestias y animales.
Rey Mono llevaba gozados trescientos o cuatrocientos años de una existencia tan plácida. Un día, se puso de pronto tan triste que las lágrimas empezaron a fluir libremente. Los monos le preguntaron por qué. Rey Mono dijo: “Aunque ahora soy muy feliz, no puedo evitar que algún día envejezca y muera.” Al oírlo, los monos se llevaron, aterrados, las manos a la cara y empezaron a llorar desconsoladamente.
En ese momento, un mono anciano se levantó y dijo: “Gran Rey, así que esto es lo que te preocupa. En este mundo, los únicos que no están sujetos a la muerte son los budas y los inmortales. Gran Rey, podrías ir a aprender de ellos.” El Rey Mono preguntó: “¿Dónde están?” El mono anciano respondió: “Viven en las antiguas cuevas de las montañas inmortales.”
El Rey Mono, al escuchar esto, se llenó de alegría. Inmediatamente ordenó a los monos que cortaran árboles y bambú para preparar una balsa, con la que cruzaría el mar en busca de inmortales y bodhisattvas, para aprender la técnica de la inmortalidad.
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