SuaveG – The Gentle Path

Episodio 141. El jarrón de la doble fuerza del yin y el yang

Al ser absorbido por el jarrón, Wukong descubrió que era demasiado pequeño para su cuerpo. Eso le movió a metamorfosearse en alguien más pequeño y a sentarse tranquilamente en el fondo.

Wukong, el Rey Mono, fue absorbido por el jarrón de la doble fuerza del yin y el yang - Viaje al Oeste
Wukong, el Rey Mono, fue absorbido por el jarrón de la doble fuerza del yin y el yang

No tardó en sentir fresco. Se dijo a sí mismo con una sonrisa:

“¡Esos diablillos son unos auténticos embusteros! ¿Cómo pueden afirmar que todo el que entre en este jarrón se convertirá en una especie de pus pronto? Con este fresco, soy capaz de tirarme aquí dentro siete u ocho años.”

Si dijo eso, fue porque no sabía cómo funcionaba exactamente aquel tesoro. De hecho, mientras la víctima permaneciera callada, la temperatura se mantenía baja, aunque pasara un año entero sin abrir la boca. Pero, en cuanto lo hacía, surgía un fuego devorador que terminaba abrasándole.

El Rey Mono pudo comprobarlo en seguida, porque no había acabado de hablar, cuando el interior del jarrón se convirtió en un bosque impenetrable de llamas. Afortunadamente no le faltaban recursos y, haciendo con los dedos el signo mágico para repeler el fuego, se puso a contemplar tranquilamente cómo las llamas se agitaban y retorcían como locas.

Al cabo de media hora aparecieron no menos de cuarenta serpientes, que se lanzaron sobre él con ánimo de morderle. Lejos de rechazarlas, el Rey Mono las agarró con las manos y, tirando con fuerza de ellas, las partió por la mitad.

No había acabado de hacerlo, cuando surgieron tres dragones de fuero, que le rodearon de arriba abajo. Comprendiendo que la situación se estaba complicando por momentos, volvió a decirse, preocupado:

Rey Mono atrapado en el jarrón de la doble fuerza del yin y el yang - Viaje al Oeste
Rey Mono atrapado en el jarrón de la doble fuerza del yin y el yang

“No me importaría enfrentarme a lo que fuera, pero estos dragones son más difíciles de derrotar de lo que había pensado. Si no logro salir de aquí, el calor terminará minándome las fuerzas y no podré seguir resistiendo. Lo mejor será que agrande el cuerpo y haga estallar este maldito jarrón.”

Tras hacer un gesto mágico con los dedos y recitar el correspondiente conjuro, Wukong tomó aire y gritó:

“¡Transfórmate!”

Al instante alcanzó una altura que superaba los tres metros, pero el jarrón creció de tamaño al mismo ritmo que su cuerpo.

A toda prisa el Rey Mono se hizo tan pequeño como una semilla. Sin embargo, la porcelana se ajustaba a él como una camisa de seda.

Gritó, vivamente preocupado:

“¡Es increíble! ¿Cómo es posible que se agrande y se reduzca con tanta facilidad? ¿Qué debo hacer?”

No había acabado de decirlo, cuando sintió un dolor muy agudo en las piernas. Al tocárselas, comprobó, alarmado, que el calor se las había reblandecido.

Se preguntó, cediendo al pánico:

“¿Qué me está ocurriendo? Si el fuego termina por arrancarme el vigor de las piernas, ¡me convertiré en un inválido!”

Se sentía tan abatido, que las lágrimas empezaron a fluir libremente por sus mejillas.

Durante mucho tiempo continuó lamentándose. Después se detuvo de pronto y exclamó, esperanzado:

“Ahora que recuerdo, al pasar por la Montaña de la Culebra Enroscada, la Bodhisattva me regaló tres pelos capaces de salvar la vida de cualquiera. Me pregunto si aún los tengo conmigo.”

Se palpó a toda prisa el cuerpo y descubrió que los tenía pegados en la nuca.

Alborozado, volvió a decirse:

“¡No cabe duda! ¡Son éstos! Los míos poseen una suavidad mayor al tacto. Sólo estas tres son tan duras que me habrán salvado la vida.”

Apretando los dientes para que no le doliera tanto, se arrancó los tres pelos y, tras exhalar sobre ellos una bocanada de aire sagrado, gritó:

“¡Transformaos!”

Y al instante uno de ellos se convirtió en una broca de diamante, el segundo se metamorfoseó en una caña de bambú y el tercero tomó la forma de una cuerda de algodón.

Dobló a continuación la caña y ató sus extremos con la cuerda, de tal manera que parecía un arco de cazador. Ajustó a él la broca y lo tensó con todas sus fuerzas, antes de volverlo contra el fondo del jarrón. Se oyó un golpe seco y la luz se filtró por una pequeña hendidura.

“¡Me bastará para salir de aquí!” se dijo loco de contento.

Rey Mono perfora el jarrón de la doble fuerza del yin y el yang - Viaje al Oeste
Rey Mono perfora el jarrón de la doble fuerza del yin y el yang

En el momento en el que se disponía a metamorfosearse de nuevo, sintió que el interior del jarrón volvía a bajar considerablemente de temperatura. La razón era que, al hacer un agujero en su base, se escaparon las fuerzas del yin y el yang.

La bestia estaba bebiendo tan contenta, cuando, de pronto, bajó la copa y dijo, dirigiéndose al tercer diablo:

“¿Crees que se habrá derretido ya el Sun Wukong?”

“Ha transcurrido ya más tiempo del necesario, ¿no te parece?” contestó el tercero de los demonios。

El viejo diablo les ordenó que trajeran el jarrón. Los treinta y seis diablillos fueron inmediatamente a por él, pero, cuando vieron que apenas pesaba nada, gritaron, muy asustados:

“¡El jarrón se ha tornado tan liviano como una pluma!”

Exclamó el demonio de mayor edad:

“¡Eso es imposible! Sabéis bien que nuestro tesoro está formado por una conjunción perfecta de las fuerzas del yin y el yang. ¿Cómo va a haber perdido, de pronto, su peso?”

“Si no lo queréis creer aquí tenéis la prueba.” replicó uno de los diablillos, cogiéndolo él solo y llevándolo hasta la mesa.

Consumido por la ansiedad, el demonio quitó la tapa y miró dentro. No le fue difícil descubrir un pequeño puntito de luz en el fondo y gritó, visiblemente alarmado:

“¡El jarrón está totalmente vacío!”

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