Episodio 98. Los dos Wukongs

Tras abandonar los límites del Océano Oriental y viajar sin detenerse durante un día y una noche, Bonzo Sha logró avistar, por fin, la Montaña Potalaka.

Picado por la curiosidad, detuvo la nube en la que viajaba y miró a su alrededor. Jamás había visto un lugar tan extraordinario como aquél.

Bonzo Sha posó su nube en la Montaña Potalaka. En seguida le salió al encuentro el discípulo Moksa, que le preguntó:

“¿Cómo es que no estás acompañando al monje Tang? ¿Quieres decirme para qué has venido aquí?”

Tras devolverle el saludo con una inclinación de cabeza, Bonzo Sha contestó:

“Para hablar de un asunto de vital importancia con la Bodhisattva. Si no te importa, me gustaría que me condujeras cuanto antes a su presencia.”

Moksa sabía que se trataba de algo relacionado con el Rey Mono, pero no dijo nada. Se dirigió inmediatamente al interior de la caverna y informar a la Bodhisattva.

Guanyin ordenó a Moksa que hiciera pasar a Wujing. El Bonzo se echó rostro en tierra y empezó a golpear el suelo con la frente. Cuando levantó la cabeza para relatar a la Bodhisattva todo lo que había ocurrido, vio, de pronto, a Wukong sentado a un lado y sin decir una sola palabra, le lanzó un golpe tremendo a la cara con su báculo de matar monstruos. Wukong se hizo a un lado, pero no respondió a la incitación.

Wujing, el Bonzo Sha, se quejó al Bodhisattva Guanyin sobre Wukong, el Rey Mono - Viaje al Oeste
Wujing, el Bonzo Sha, se quejó al Bodhisattva Guanyin sobre Wukong, el Rey Mono

“¡No incites a nadie a la lucha en mi presencia, Wujing! Si tienes alguna queja que hacer, exponla y déjame a mí decidir.” gritó la Bodhisattva.

Entonces, Sha Wujing le contó al Bodhisattva todo lo que había sucedido.

Le aconsejó la Bodhisattva:

“Procura no acusar al que es inocente, Wujing. Wu-kong lleva, de hecho, a mi lado cuatro días y no se ha movido para nada de donde le ves. ¿De dónde iba a haber sacado otro monje Tang para tratar de hacerse él solo con las escrituras?”

“¡Pero yo vi al Sun Wukong en la Caverna de la Cortina de Agua! ¿Pensáis que os estoy mintiendo?” insistió el Bonzo Sha.

Contestó la Bodhisattva:

“No sigas dando vueltas a eso en la cabeza. Pediré a Wukong que vaya contigo a la Montaña de las Flores y Frutos a ver qué es lo que ocurre exactamente.”

Tras despedirse de la Bodhisattva, Wukong y Bonzo Sha montaron en dos rayos luminosos y abandonaron a toda prisa los Mares del Sur.

No tardaron en avistar la Montaña de las Flores y Frutos. En seguida bajaron de las nubes y echaron una mirada a su alrededor. Delante mismo de la puerta de la caverna vieron a otro Sun Wukong sentado sobre un estrado de piedra y bebiendo despreocupadamente con un auténtico enjambre de monos.

Ante semejante visión, el Rey Mono perdió la paciencia y dio un salto hacia delante, sin soltar la barra de hierro ni dejar de gritar:

“¡Qué clase de monstruo eres tú para atreverte a suplantarme, tomar prisioneros a mis súbditos, apoderarte de mi caverna!”

Los dos Wukongs y Bonzo Sha - Viaje al Oeste
Los dos Wukongs y Bonzo Sha

Cuando el otro le vio, no dijo ni una palabra. Agarró su barra de hierro y se lanzó contra él.

Comenzaron la lucha a las puertas mismas de la caverna, pero pronto la continuaron por los aires. Bonzo Sha no se atrevía a meterse en la refriega, porque le resultaba extremadamente difícil distinguir a uno del otro. Estaba ansioso por prestar toda la ayuda que pudiera; sin embargo, tenía miedo de emprenderla a golpes con el auténtico Wukong. Durante mucho tiempo estuvo sin saber qué partido tomar.


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