Episodio 87. Ataques de agua y fuego

El Rey Momo montó en su nube y se dirigió hacia el Palacio del Aura Rojiza.

Los dioses de la Sección del Fuego corrieron a informar:

“Sun Wukong desea entrevistarse con nuestro señor.”

La Estrella de la Virtud de Fuego, se puso sus mejores ropas y salió a dar la bienvenida a tan ilustre visitante.

Dijo el Rey Momo:

“El Devaraja Li y el Príncipe han perdido su primera batalla y, con ella, todas sus armas. Eso me ha movido a venir a solicitar vuestra ayuda.”

Comentó la estrella, sorprendida:

“¿Cómo va a poder un dios tan humilde como yo prestaros su ayuda, cuando Príncipe Nezha, que posee una extraordinaria panoplia de poderes mágicos, ha sido incapaz de llevar a buen término esa misión?”

Explicó Sun Wukong:

“He hablado de ello con el Devaraja Li y los dos hemos llegado a la conclusión de que ni en los Cielos ni en la Tierra existen elementos más poderosos que el fuego y el agua. Ese monstruo posee una banda capaz de absorber todo cuanto existe. De momento desconocemos su naturaleza, pero, dado que el fuego tiene la capacidad de destruir prácticamente todo, he decidido venir a pediros descendáis a las Regiones Inferiores y provoquéis un incendio que termine con ese demonio y salve a mi maestro de sus sufrimientos.”

No había acabado de oírlo, cuando la Estrella de la Virtud de Fuego convocó a los guerreros celestes y se dirigió en compañía de Wukong, hacia la Montaña del Yelmo de Oro.

Al llegar a la entrada de la caverna, el Rey Mono gritó:

“¡Abre la puerta, de una vez, y devuélveme a mi maestro!”

Los diablillos corrieron a informar a su señor, diciendo:

“¡Otra vez está ahí fuera Sun Wukong!”

“¡Mono maldito!” insultó el demonio al Rey Mono, saliendo de la caverna al frente de sus tropas.
“¿Quieres explicarme qué clase de ayuda has ido a buscar esta vez?”

Gritó el Devaraja Portador-de-la-Pagoda:

“¿Acaso no me reconoces?”

Contestó el demonio, soltando la carcajada:

“Me figuro, Devaraja Li, que queréis vengar la derrota de vuestro hijo y recuperar sus armas. ¿No es así?”

Contestó el devaraja:

“Por una parte, busco, en efecto, venganza, pero, por otra, deseo detenerte y obtener así la liberación de monje Tang. ¡No huyas y prueba el sabor de mi cimitarra!”

El monstruo esquivó el golpe, haciéndose a un lado. Levantó a continuación su larguísima lanza y se volvió diestramente contra su adversario.

Wukong se llegó hasta la cumbre de un salto y dijo a la Estrella de la Virtud de Fuego:

“¡Prepárate, Espíritu Tercero!”

Ataques de fuego contra Gran Rey Búfalo Unicornio en la Montaña del Yelmo de Oro - Viaje al Oeste
Ataques de fuego contra Gran Rey Búfalo Unicornio en la Montaña del Yelmo de Oro

Apostada en el punto más alto de la montaña, la Estrella de la Virtud de Fuego ordenó a las diferentes deidades de su departamento que comenzaran el ataque. El incendio entonces se produjo fue, en verdad, extraordinario.

Sin embargo, el demonio no dio ninguna muestra de temor, al ver avanzar hacia él un incendio tan pavoroso. Lanzó hacia lo alto su banda y al punto se escuchó un sonido silbante, que absorbió a todos los dragones, los caballos, los cuervos, las ratas, los arcos y las flechas de fuego. Se dio después la vuelta y entró en su caverna tan triunfante como había salido.

La Estrella se quejó al Wukong, diciendo:

“¡Qué pocos monstruos pueden compararse con ese! ¿Qué voy a hacer ahora que he perdido todo el poder de mi fuego?”

Contestó el Rey Mono:

“Si ese monstruo no tiene miedo al fuego, por fuerza tiene que tenerlo al agua. Como muy bien afirma el dicho: sólo el agua es capaz de derrotar al fuego. Quedaos ahí sentados, mientras hago un nuevo viajecito. Voy a pedir a la Estrella de la Virtud de Agua que abra sus compuertas e inunde la caverna de ese monstruo.”

De un salto el Rey Mono montó en su nube y se dirigió hacia la Palacio de la Oscura Inmensidad. Pidió a los dioses de la Sección del Agua que anunciaran su llegada a su señor.

En cuanto la Estrella de la Virtud de Agua se hubo enterado de que el Sun Wukong deseaba entrevistarse con ella, se cambió entonces de ropa y salió a dar la bienvenida a tan ilustre visitante.

Dijo Wukong:

“El Emperador de Jade tuvo en un principio la amabilidad de enviar al Mundo Inferior al Devaraja Li, a su hijo y a dos señores del trueno, pero todos sus esfuerzos por capturar a esa bestia resultaron inútiles. Valiéndose de una banda mágica arrebató sus seis armas sagradas y no me quedó más remedio que acudir al Palacio del Aura Rojiza y solicitar a la Estrella de la Virtud de Fuego que provocara un incendio pavoroso. Sin embargo, la banda volvió a absorber a los dragones, a los caballos y a las otras criaturas de fuego que lanzaron contra ella las deidades ígneas. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que, si ese demonio no tenía miedo del fuego, por fuerza habría de tenerlo del agua. Eso es, precisamente, lo que me ha movido a venir a pediros que abráis vuestras compuertas y nos ayudéis a capturar a ese monstruo.”

Sin pérdida de tiempo la Virtud de Agua se volvió hacia el Señor Acuático del Río Amarillo y le ordenó:

“Poneos a disposición del Gran Sabio y prestadle, gustoso, cuanta ayuda precise.”

El Señor Acuático sacó una pequeña copa de jade blanco de una de sus mangas y dijo:

“Aquí tengo algo que sirve para contener agua.”

Preguntó el Rey Mono:

“¿Qué cantidad de agua puede contener concretamente? ¿Bastará para ahogar a ese monstruo?”

Contestó el Señor Acuático:

“Si he de seros sinceros, Gran Sabio, esta copa es capaz de contener toda el agua del Río Amarillo. La mitad corresponde exactamente a la mitad de su cauce, y lleno, a su totalidad.”

“¡Medio vaso será más que suficiente!” respondió Wukong, encantado.

Tras despedirse de la Virtud de Agua, abandonó los arcos celestes en compañía del Dios del Río Amarillo.

El Señor Acuático llenó la copa hasta la mitad y siguió al Rey Mono hasta la Montaña del Yelmo de Oro.

Dijo el Rey Mono:

“Ahora, si no os importa, Señor Acuático, os conduciré hasta la mansión de la bestia y le conminaré a que abra las puertas. No esperéis a que salga. Verted toda vuestra agua en el interior de la caverna y no la dejéis salir hasta que no se hayan ahogado todos cuantos moran en ella. Yo me encargaré entonces de buscar el cadáver de mi maestro y de hacerle volver a la vida.”

El Señor Acuático sacudió la cabeza en señal de conformidad y siguió a Wukong ladera arriba hasta la entrada misma de la caverna.

“¡Abre las puertas, monstruo!” gritó Wukong.

Los diablillos que hacían guardia en la puerta no tardaron en reconocer la voz del Sun Wukong y corrieron al interior a informar a su señor:

“Sun Wukong está ahí otra vez.”

Al oírlo el demonio cogió su banda y su larguísima lanza y se dirigió hacia la salida. La puerta emitió un chirrido al abrirse y el Señor Acuático lanzó a toda prisa el contenido de su copa al interior de la caverna.

Ataques de agua contra Gran Rey Búfalo Unicornio en la Montaña del Yelmo de Oro - Viaje al Oeste
Ataques de agua contra Gran Rey Búfalo Unicornio en la Montaña del Yelmo de Oro

Al ver la avalancha de agua que se le echaba encima, el monstruo dejó caer la lanza y sacó la banda, manteniéndola en la puerta. El agua no sólo encontró allí un punto infranqueable, sino que cambió repentinamente de curso y abandonó a borbotones el acceso a la caverna.

Alarmado por semejante espectáculo, el Rey Mono exclamó:

“¡Esto va de mal en peor! El agua está arrasando por doquier los arrozales, pero ni siquiera ha rozado el interior de la caverna.”

Y ordenó al Señor Acuático que recogiera al instante toda el agua vertida.

Poco después salió de la caverna un grupo de diablillos y, al comprobar que había descendido totalmente el nivel de las aguas, comenzaron a practicar artes marciales y armas, y todavía jugaba felizmente.

Dijo desesperanzado, el devaraja:

“Así que el agua ni siquiera ha llegado a tocar el interior de la cueva. Resulta duro reconocer que todos nuestros esfuerzos han resultado en vano.”


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